La estructura de un guion: una visión global

Una historia, cualquier sea la definición que le demos- y ya pronto te daré mi propia definición- es una construcción que hacemos con nuestras palabras, todos los días de nuestra vida. Podríamos decir que, cada vez que hablamos, queremos contar una buena historia. Piensa en tu cotidianidad, en tus necesidades básicas. Digamos que tienes sed o que tienes hambre (o que tienes sueño) y que hay una persona de confianza junto a ti. Si tienes sed y sientes cansancio y quieres que la persona que está cerca de ti vaya al refrigerador y te traiga un vaso de agua ¿Qué haces?… Inventas una pequeña historia, muy sencilla, muy directa, pero que debe tener todos los componentes de un buen relato: tu historia debe ser efectiva, debe conmover, debe crear reacciones emocionales y mover a quien la escuchó. Si tu historia funciona, entonces, tu persona de confianza regresa con un vaso de agua helada y te lo entrega gustosa, tú apagas la sed, alcanzas la satisfacción de haber convencido a tu escucha y esa persona siente que ha hecho una buena labor: todo eso ha logrado tu historia.

Consideremos la hipótesis contraria: supón que tu historia no convence, que tu escucha oyó con poco interés tu requerimiento, calificó tu solicitud como un acto de pereza, te sugirió que te sirvieras tú el vaso de agua y te dio la espalda. Entonces parece que contaste una mala historia. ¿Qué pasó en el primer caso, qué pasó en el segundo? ¿Qué diferencia una historia que es capaz de convencer, conmover e incluso mover a las personas a que emprendan acciones, de las historias que son poco convincentes y que naufragan sin que el escritor logre sus intenciones? Hay algunas preguntas que nos pueden orientar hacia la posible respuesta.

La primera pregunta que podemos hacer con relación a lo que es una historia es a quién le ocurre la historia, de quién es la historia. Esta pregunta es pertinente porque detrás de cada historia hay alguien afectado por ella. Una manera técnica de hacer esta pregunta es quién es el personaje principal de tu historia. Volviendo a nuestro relato hipotético de tu «yo sediento», si estás escribiendo para que alguien te traiga un vaso de agua, lo primero que haces es construir al personaje principal de la historia que, en este caso, está inspirado en tu propia persona. Digamos que tu personaje principal es una versión de ti mismo o, con más precisión, que el personaje principal es tu «yo sediento». Date cuenta de que ese personaje es muy importante para tu historia: si su sed convence, si este personaje llega a conmover, entonces tendrás más pronto que tarde en tus manos el codiciado vaso de agua fría que tanto necesitas.

Dejemos a un lado por un momento lo que tu interlocutor, o el receptor de tu historia pueda conocer de ti como «persona» (las «personas» también son construcciones, así que no se diferencian mucho de los personajes, pero tampoco de eso vamos a hablar por el momento). El asunto es que si tienes un personaje bien construido y sabes introducir algunos aspectos de tu personaje en la historia, probablemente tu historia irá por buen camino. ¿Cuáles son estos elementos? Menciono alguno de ellos. Por ejemplo, qué tan importante es para el personaje que sacie su sed y cuánto está en riesgo para él si su interlocutor no lo ayuda a que beba agua. Y también, cuál es la necesidad vital que se esconde detrás de esa urgencia de hidratarse a la que remite la historia. Es bastante probable que, si incorporas en tu relato elementos que hagan ver estos dos aspectos  que el personaje tiene carencias que se esconden detrás de su sed del momento y que si no logra suplir esa necesidad recóndita va a padecer las consecuencias entonces muy probablemente ya tienes ganada más de la mitad del vaso de agua. Si tu historia convence es porque tiene un carácter universal y habla de una necesidad humana. De hecho, todo el mundo ha experimentado la sed, todos sabemos las consecuencias que experimenta cualquier ser vivo si no se hidrata. Lo que has hecho, muy probablemente sin tener la conciencia, es estructurar las bases de tu historia para darle la mayor fortaleza. Por lo demás, todos somos expertos construyendo historias, nuestro cerebro está hecho para eso, sobre todo para las historias cotidianas de supervivencia. Pero estamos a mitad del camino.

Has diseñado de la mejor manera posible el personaje principal y el conflicto de la historia pero, aun así todavía falta un asunto muy importante: una historia funciona no solo por lo que cuentas, sino también por cómo la cuentas. Eso es lo que suele llamarse el storytelling, que está tan en boga. A la hora de contar la historia uno suele hacerse otras preguntas, por ejemplo. ¿Cómo voy a contar mi historia? ¿Por dónde voy a comenzar a contarla? ¿Cuáles son los puntos débiles y los puntos fuertes? ¿Cuáles son los «puntos de giro»? Las opciones son muchas, y cada una de ellas tiene sus fortalezas y debilidades. Puedes comenzar, por ejemplo, hablando de un asunto aparentemente secundario para crear curiosidad, o hacer una presentación del personaje que muestre el vínculo entre el personaje principal y su interlocutor o, quizás, optar por un efecto espectacular, por ejemplo la puesta en escena de un ahogo que demuestra cuánto te hace falta el líquido vital. La verdad es que las opciones son muchas y cada una obedece a una estrategia: esto también tiene que ver con el arte de construir historias. Vamos a interrumpir el ejemplo y a volver sobre el cauce de nuestro asunto principal: cómo puedes escribir una historia completa, eficaz y profunda, tomando en cuenta los aspectos que hemos comentados para este ejemplo y muchos otros más, con la ayuda del Enfoque Baiz y el software Escriba®.

El Enfoque Baiz hace uso de un método que tiene en cuenta todos los aspectos involucrados en la construcción de una buena historia: desde la confección de su estructura profunda, hasta el diseño de las estrategias que deben utilizarse para contarla. A diferencia del común de los métodos que se centran solamente en el asunto de cómo disponer los acontecimientos de la historia en la trama de acuerdo con un modelo que se le atribuye al filósofo Aristóteles (Tres actos, puntos argumentales, etc.) y que ha desembocado en un «paradigma» del que, probablemente, has oído hablar, el método del Enfoque Baiz atiende a todos y cada uno de los aspectos que conforman el proceso de concebir, estructurar y contar una historia. Cuando utilizas el software Escriba®, el método exhaustivo del Enfoque Baiz te acompañará, paso a paso, en el desarrollo de tu historia, sin dejar ninguna de las fases de construcción a un lado, ni dar por sentado el diseño de la base dramática de tu proyecto, como lo suelen hacer otros métodos. Uno de los módulos del programa, la Academia Escriba®, va mucho más allá: es un amplio repositorio del saber sobre la escritura y sobre la arquitectura dramática que susbsume el contenido de varios libros, decenas de artículos y de referencias sobre el tema, articuladas desde la perspectiva del autor. La Academia Escriba® te dará lo que necesitas para convertirte en un escritor formado en el ámbito académico. De lo primero que nos ocuparemos es del basamento dramático de la historia, lo que yo llamo la estructura profunda. La estructura profunda se refiere a la relación entre los tres pilares que constituyen la estructura dramática de una historia: el personaje principal, el conflicto dramático y el tema moral de la historia. El personaje principal es el personaje que experimenta la historia, que la sufre y/o la goza, que pone en riesgo su esencia personal en la historia y que es puesto a prueba por las circunstancias que tienen lugar en ella. El personaje principal es esa parte de ti mismo que inventas para explorar cómo se experimenta la historia subjetivamente y es la puerta de entrada de la emocionalidad del espectador a la historia que estás por escribir. El conflicto dramático es el núcleo dramático de tu historia y mide la fricción que va a existir a lo largo de la historia entre el personaje principal y la «realidad» a la que se tendrá que someter. El conflicto dramático tiene dos caras: una que exhibe las fuerzas visibles que estarán en pugna a medida que se desarrolla la historia (esta es la cara digamos «objetiva» del conflicto dramático) y otra cara que muestra el impacto de los acontecimientos de la historia en la «manera de ser» del personaje principal (esta es la faz «subjetiva» del conflicto). El tema moral, por último, es la valoración de lo que significa lo que estás contando para tu futuro lector o espectador y está relacionado con lo que le sucede en la historia al personaje principal.

1 Comment

  1. Bueno, yo estoy escribiendo mi historia, pero para teatro. Igual siento que me sirve todo…

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